lunes, 29 de diciembre de 2014

¿Existen los recuerdos reprimidos?

Un recuerdo es una isla en el tiempo

En tiempos recientes se ha descubierto mucho acerca de nuestra memoria, un mecanismo estrechamente vinculado con el tipo identidad personal que hemos construido, la historia de vida que nos hemos contado y el lugar que creemos haber ocupado en este mundo. También nos habla  de manera vívida sobre aquellas personas con las cuales hemos convivido: padres, amigos y conocidos, quienes han ocupado un espacio en el contenedor de nuestra mente y han marcado de forma indeleble su carácter personal. Desde este punto de vista, ¿hay alguna duda de, si acaso, resulta importante comprender la naturaleza de nuestros recuerdos?   

Los recuerdos son parte de quienes somos. Ellos nos hacen saber si provenimos de una familia acomodada o hemos tenido padres; si hemos amado a alguien; si hemos traicionado o nos han traicionado, habiendo incumplido una promesa que habíamos respaldado con el mayor testimonio de entereza encontrado en nuestro corazón. Nos comunican si tuvimos una infancia feliz o desgraciada. De ellos depende el tipo de opinión que tenemos sobre nosotros mismos, nuestra familia y todos los demás. 

En este punto es necesario reconocer que cualquier persona tiene memorias buenas y malas de su vida, con valencias positivas o negativas, y el balance total de ellas determina en buena medida el modo en el que juzgamos su totalidad. Este cálculo se puede realizar con base a frecuencias e intensidades: ¿tenemos muchos recuerdos buenos o muchos recuerdos malos? y de éstos ¿cuáles han sido muy buenos o muy malos?, o, por el contrario, ¿cuáles han tenido una insignificancia tan prominente que se vuelven casi inexistentes? Por supuesto, cada uno sabe hacer estos procedimientos intuitivamente, aun con todo el peso subjetivo de estos rudimentarios análisis... Pero no es del todo fácil ver con claridad la medida en que unos superan a los otros.

Sin embargo, existen cierto tipo de vivencias que tienden a dejar marcas extremadamente poderosas en cualquier persona, tal y como sucede en el caso de abusos sexuales violentos durante la infancia; vivencias que se vuelven piedras angulares de nuestra existencia. Una cantidad inmensa de niños pasan por este tipo de experiencias cada año, y luego, éstas se convierten en demonios que suelen cazarlos durante sus noches de ensueño, cuando se vuelven adultos y duermen escondidos bajo el brazo de sus amantes, con pesadillas terribles y crisis psicológicas constantes. Al menos eso es lo que nos dice una vasta literatura sobre el tipo de efectos dejados por el abuso sexual  infantil.

Los recuerdos reprimidos

Una dificultad surge cuando hablamos de evocaciones que repentinamente llegan a nosotros, sin ningún antecedente de que éstas hubieran sido conocidas en primer lugar, como si hubieran estado enterradas desde siempre. Es decir, de pronto se ilumina una parte de nuestra existencia que parecía haber estado perdida para siempre, y al recuperarla, pareciera tan clara como un rayo de sol en una sala iluminada. 

¿Qué es lo que sucede aquí? Cuando estos individuos ven aparecer esas memorias se apresuran a afirmar que el acontecimiento retrotraído es verdadero, aunque no podían reconocerlo conscientemente. Ahora, si la memoria recuperada es ordinaria, casi vulgar, no hay ninguna razón para gastar intensos recursos en averiguar su veracidad. No pasa nada con alojar falsamente un momento cualquiera, casi tan común que sería indiferente su autenticidad. Pero si se trata de una experiencia significativa, y ésta conlleva fuertes perjuicios psicológicos, se vuelve un asunto de tremenda importancia. Resulta infortunado que el segundo caso sea el más común de los dos (o, al menos, ha tenido más publicidad).

El recuerdo paradigmático de este tipo de casos es el que acabo de mencionar arriba. Una cantidad considerable de personas (principalmente mujeres) ha llegado a acusar a sus padres, hermanos, tíos u otros miembros de su familia - y fuera de su familia - de haber abusado de ellas cuando eran niñas, habiendo recordado esos acontecimientos años después. Esto se conoce como el fenómeno de la memoria reprimida y se considera que consiste en un proceso psicológico inconsciente, en el cual se reprimen (se ocultan) cierto tipo de recuerdos que resultan extremadamente dolorosos, los cuales pueden volver a aparecer cuando, por alguna razón, el boquete que los mantenía bajo la superficie es superado y éstos salen a flote. 

La memoria reprimida: su historia

La teoría de la represión tiene una historia que está fuertemente vinculada con el psicoanálisis y la figura de Sigmund Freud, como sabe cualquier persona con un conocimiento básico sobre el desarrollo histórico de esta corriente psicológica. Empezó como consecuencia de algunas observaciones que hizo Freud mientras trabajaba con Charcot, el gran médico francés, quien había empezado a trabajar con sujetos histéricos. Estas personas presentaban una serie de síntomas neurológicos (parálisis motora, ceguera, desmayos repentinos) que no parecían tener una raíz física, sino psicológica. El tratamiento de Charcot consistía en introducir a sus pacientes en un trance profundo, ya que, una vez en él, éstos comenzaban a expresar una serie de vivencias aparentemente desconocidas para ellos cuando su nivel de consciencia era normal. Sin embargo, una vez despertaban de su trance hipnótico, y volvían a su vigilancia habitual,  se encontraban mucho mejor, aun cuando no recordaran nada de lo que habían dicho durante el mismo. Era algo muy extraño y Freud tomó nota de su significado. 

Janet, otro médico prominente de esa época, se había dado cuenta de estos mismos fenómenos y había propuesto como explicación  de ellos un proceso que denominó disociación, pues en él se producía una división de la consciencia. Debido a ella el sujeto era incapaz de conectar sus ideas de modo completo, por lo que algunas partes de su consciencia le eran ajenas, como si no existieran. Por eso había cierto tipo de remembranzas que sólo aparecían durante estados hipnóticos. 

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. 


Esto no le satisfizo al padre del psicoanálisis, el cual busco una opción alternativa, y, finalmente, llegó a la conclusión de que el motivo por el cual no se podían conocer conscientemente algunos recuerdos se debía a que éstos habían sido empujados por debajo del nivel consciente, siendo demasiado dolorosos para ser tolerados. No estaban escindidos, sino que habían sido reprimidos. ¿Pero cómo hacer para sacarlos? 

Freud trató de seguir el camino de sus predecesores mediante el uso del trance hipnótico como medio terapéutico, pero se dio por vencido con rapidez porque se dio cuenta de que la hipnósis no curaba de fondo los problemas que tenían sus pacientes (la realidad, según dicen, es que Freud era un pésimo hipnotista, y además, quería inventar un nuevo método que le permitiera fundar su propia escuela y ganar el reconocimiento tan deseado por él). El nuevo medio utilizado para trabajar con estos recuerdos reprimidos pasó a ser conocido como asociación libre,  el cual continúa siendo el instrumento de trabajo del psicoanálisis moderno. 

De cualquier forma, esta teoría inicial no se sostendría con el tiempo, y al final, Freud terminaría rechazándola, al considerar que muchas experiencias relatadas por sus pacientes no habían sido reales, sino que únicamente eran fantasías originadas inconscientemente por ellos. Esto terminaría con su famosa teoría de la seducción y daría lugar a su teoría psicosexual. Es decir, el mismo Freud se dio cuenta de que no se ganaba nada con creer en la posibilidad de rescatar íntegramente ciertos recuerdos reprimidos, tal y como si éstos efectivamente hubieran sucedido, y era mejor considerar el análisis desde un punto de vista más simbólico.  Esta tendencia fue aceptada por la mayoría de los psicoanalistas, pero no todos, pues algunos siguieron haciendo uso del primer modelo psicoanalítico y consideraron que podían hacer aflorar memorias reprimidas auténticas. Esto ha causado una cantidad enorme de problemas en tiempos actuales. 

En efecto, los psicoanalistas que se han empeñado en sacar a relucir experiencias olvidadas desde hace tiempo han seguido su propio camino terapéutico (técnicamente hacen uso de una técnica anti-analítica, proscrita por Freud, aunque éste volverá a reflexionar sobre el posible papel de la hipnosis durante la terapia en sus años finales). Ellos hacen uso de lo que ha pasado a ser conocido como hipnoanálisis, una técnica que utiliza la hipnosis para lograr que lo inconsciente se vuelva consciente, y sus pacientes puedan curarse de aquéllos males que los han sobrecogido por tanto tiempo. 

El pernicioso efecto de estas prácticas se verá a continuación. 


El problema de los recuerdos reprimidos 

Hay una serie de problemas que surgen cuando se trata el tema de los recuerdos reprimidos, y resolverlos pasa a ser una tarea muy relevante cuando hay casos en que se llevan a cabo demandas judiciales contra personas que supuestamente cometieron actos de abuso sexual contra sus demandantes, los cuales eran niños en aquel momento. La autenticidad de esas historias tiene un impacto decisivo en el proceso penal y constituye una diferencia crucial para aquellas personas que están involucradas. 

En contra de los recuerdos reprimidos:

El mayor problema consiste en que se ha demostrado experimentalmente cómo la memoria humana es extremadamente frágil y susceptible a distorsiones. La antigua idea de que la memoria funciona como una grabadora de voz, la cual puedes recorrer hacia atrás o hacia adelante sin ninguna modificación, ha probado ser falsa desde hace bastante tiempo. Ahora sabemos que fácilmente cae en numerosos errores, recordando de manera equivocada, y en algunos casos, inventándose recuerdos de la nada. 

Una de las investigadoras que más reconocimiento ha ganado en este campo ha sido Elizabeth Loftus, quien ha demostrado en diversos experimentos cómo es posible implantar ideas en sujetos que no tenían ciertas recolecciones previamente. Por ejemplo, puede lograrse que recuerden una escena de su infancia falsa, como haberse perdido en un supermercado. Los individuos sometidos a estos métodos de sugestión aseguran haberse perdido, aun cuando se les haya explicado que el propósito del experimento era precisamente ese. 

Así, desde esta perspectiva, las memorias reprimidas que algunas personas dicen tener sobre abusos pasados tendría su origen en sugestiones realizadas por terapeutas descuidados, los cuales terminarían implantando ideas falsas en las mentes de sus pacientes. Esta es una idea que es ampliamente aceptada hoy en día y parece explicar muchos casos de este tipo.

Otro argumento que se ha usado para desbancar éstos consiste en que una experiencia traumática suele aumentar la intensidad del recuerdo, no inhibirla ni disminuirla. Por ejemplo, las personas con trastorno por estrés postraumático padecen flashes que se manifiestan continuamente en su vida diurna y nocturna, extendiéndose a terribles pesadillas sobre los sucesos originadores de tal impacto. 

A favor de los recuerdos reprimidos:

Sin embargo, no se ha podido zanjar el polémico debate sobre la memoria reprimida porque ha habido casos en que se ha podido corroborar que aparecieron espontáneamente recuerdos,  constatados por fuentes externas, sobre abusos en la infancia. En otras palabras, hay personas que parecen haber reprimido, de hecho, ciertas experiencias. Por esta razón sería irresponsable minar completamente cualquier credibilidad a afirmaciones relacionadas con este tema, pues es posible que éstas sean verídicas, incluso cuando muchas de ellas resulten falsas. 

Una explicación que se ha dado para este fenómeno ha sido el de la destrucción de neuronas encontrada en animales (y ser humanos) en el hipocampo - módulo del cerebro encargado de almacenar memorias explícitas - cuando son sometidos a un estrés extremo, lo cual se debe a la liberación de cortisol  (hormona del estrés)  en esas áreas. Algunos investigadores han teorizado que en algunas personas la liberación de cortisol podría haber dañado su hipocampo, llevando a que la formación de memorias explícitas quedara incapacitada y éstas no se pudieran integrar a una narrativa coherente, pareciendo como si hubieran surgido espontáneamente en un momento determinado del tiempo. 

Otra hipótesis que se ha propuesto tiene que ve con el fenómeno de la disociación, el cual es más aceptado que el de la represión Freudiana. En efecto, aunque se ha podido detectar que hay personas con "estilos represivos", éstas utilizan mecanismos de supresión (olvido voluntario de recuerdos) pero no de represión (olvido involuntario de recuerdos). La disociación, por el contrario, cuenta con amplias evidencias de ser un mecanismo real, tal y como lo propuso Janet, y tiene que ver con el modo en que nuestro cerebro produce la sensación de una coherencia interna o identidad personal. Cuando esta identidad es quebrada debido a un trauma,y se pierde la organización interna, aparece la amnesia disociativa (trastorno aceptado actualmente por la asociación americana de psiquiatría, APA). 

Conclusión:

Este es un tema que continúa sin resolverse, al menos completamente, pero muchos investigadores parecen haber llegado al consenso de que algunos recuerdos recuperados repentinamente, y que antes parecían estar fuera del nivel de consciencia, son genuinos, mientras que muchos otros, posiblemente la mayoría, son falsos. En general se ha recomendado tener un cuidado especialmente esmerado cuando se trata de casos en los que el paciente recuperó el recuerdo mientras estaba en terapia, ya que posiblemente haya sido influido por un terapeuta. Aquellas remembranzas que nacieron naturalmente, sin intervención clínica, tienen mayores probabilidades de ser reales. 

Todo esto es algo que se debe tener en consideración al analizar este tipo de testimonios, sin creerles inmediatamente ni echarlos por la borda, sino dándoles una evaluación justa y determinando su validez. Lo que sí debería hacerse, en aras de la precisión, es dejarlos de llamar "recuerdos reprimidos". 

Bibliografía:

Freud, Sigmund (2012). Obras completas. España: biblioteca nueva. 

Loftus, Elizabeth (1992) When a lie becomes memory's truth. memory distortion after exposure to misinformation. USA: psycholgical science.  


schooler Jonathan, Jelicie Marl etc al. (2007). The reality of recovered memories: corroborating continuous and discontinuous memories of childhood sexual abuse. USA: psychological science. Volumen 18. N. 7. 


Joseph, R (1997). Traumatic Amnesia, Repression, and Hippocampus Injury Due to Emotional Stress, Corticosteroids and Enkephalins. USA: Child Psychiatry and Human Development.

Brick, Neil (2003).  The neurological basis for the theory of recovered memory. S.M.A.R.T.

0 comentarios:

Publicar un comentario